Los escucharon y, en el acto, les contestaron y comenzaron a correr a lo largo de la costa en dirección oeste, hacia el lugar de donde provenía la voz.
Ordené a Viernes y al segundo de abordo que cruzaran el pequeño río en dirección al oeste, hacia el lugar donde desembarcaron los salvajes la noche en que Viernes fue rescatado.
Por tanto, a la mañana siguiente, resolví recorrer la costa en dirección oeste y ver si encontraba algún río donde pudiera dejar a salvo la piragua para disponer de ella si la necesitaba.